Zombi (El amanecer de los muertos vivientes) (1978)

“Zombi: El amanecer de los muertos vivientes” (Zombieland: Double Dead) no es solo una secuela, sino una inyección de adrenalina y humor negro a la venerable tradición del género zombi, y lo hace con una audacia que resulta refrescante. La película, dirigida por Ruben Fleischer, se aleja considerablemente del tono sombrío y pausado de la original de George A. Romero, optando por un ritmo frenético y una estética visual que recuerda, deliberadamente, a los thrillers de acción de los ochenta, a menudo con toques de comedia pastelera. Este cambio de dirección, aunque no para todos los gustos, es precisamente lo que la distingue y le otorga un encanto particular.

La película sigue la historia de Wellington Wells, un joven solitario y experto en el mundo de los videojuegos, que se ve obligado a cuidar de su prima, Albuquerque, una adolescente con un problema: se ha infectado con el virus zombi. Juntos, deberán viajar a través de un Estados Unidos devastado, evitando a los muertos vivientes, a los saqueadores y a las propias fuerzas militares, que no dudan en usar la fuerza letal para mantener el orden. La coreografía de las escenas de persecución es imaginativa y llena de momentos torpemente divertidos, un estilo que, si bien no alcanza la maestría de Romero en la creación de la atmósfera de horror, sí aporta un dinamismo muy bien logrado. El uso de la cámara a menudo elevada, casi como en una película de acción, contribuye a intensificar el sentido de peligro y a la vez a observar la escena desde una perspectiva, a veces, casi cómica.

Las actuaciones son sólidas, especialmente la de Jake Gyllenhaal, quien encarna a Wellington con la justeza que merece, transmitiendo tanto su soledad como su creciente determinación. Ellie Garner como Albuquerque aporta un toque de inocencia y vitalidad a la historia. Sin embargo, el guion, aunque entretenido y rápido, a veces se queda a medio camino. La película, consciente de su propia naturaleza de secuela y de la necesidad de apelar a un público más amplio, a veces sacrifica la profundidad y el simbolismo que caracterizaban al original. Aunque la historia avanza a buen ritmo, se pierde en la acumulación de gags y situaciones exageradas, disminuyendo el impacto emocional y la reflexión sobre temas sociales que, en la película original, eran centrales.

A pesar de estas pequeñas deficiencias, "Zombi: El amanecer de los muertos vivientes" es una secuela satisfactoria que honra el legado de George A. Romero al mismo tiempo que establece su propio camino. Es una película de acción zombi, divertida, llena de sangre y con un ritmo vertiginoso, que ofrece entretenimiento puro y sin complicaciones. No es una obra maestra del género, pero es un buen momento de cine de terror y una secuela que se puede disfrutar, incluso si no eres un fan acérrimo de las películas de Romero. Es un homenaje al género, pero también una afirmación de su potencial para reinventarse.

Nota: 7/10