Zombie camp (2015)

“Zombie Camp” es una propuesta que, si bien intenta apelar a la nostalgia de los clásicos del terror y la comedia, termina siendo un ejercicio un tanto decepcionante, aunque con algunos destellos de potencial. La premisa – tres scouts en un campamento aislado que se ven confrontados a un brote de zombis – no es precisamente original, pero la película opta por una sensibilidad sorprendentemente ligera, priorizando el humor pastelero y la amistad sobre el horror genuino.

La dirección de David A.R. White es funcional, sin pretensiones y con una estética visual que recuerda a las producciones de bajo presupuesto de los años 80. Hay un uso deliberado de colores brillantes y una iluminación que intenta evocar la atmósfera de los escenarios de campamentos, aunque a veces resulta un poco forzado. La película se siente, en gran medida, como un proyecto amatorial, lo cual no necesariamente es malo, pero limita su capacidad para generar un verdadero suspense. La ambientación en el bosque, aunque cuidada en detalle, se siente un tanto artificial, careciendo de la sensación palpable de peligro que se esperaría de una situación así.

Las actuaciones son la base sobre la que se sostiene el film. Los actores jóvenes, Brandon Adams, Matthew Pinson y Jake Troshynski, cumplen con su cometido, entregando interpretaciones honestas y sin grandes pretensiones. Adams, en particular, se destaca como el líder del grupo, ofreciendo una presencia carismática y añadiendo una dosis de humor inteligente a la dinámica del grupo. Sin embargo, la falta de profundidad en los personajes limita la capacidad de generar una conexión emocional real con ellos. No se profundiza lo suficiente en sus motivaciones o en sus miedos, lo que impide que el espectador se involucre realmente en su lucha por la supervivencia.

El guion es donde la película realmente falla. Se basa en clichés del género de zombies y en un desarrollo argumental predecible. Las situaciones, aunque divertidas en principio, se repiten con demasiada frecuencia, perdiendo su impacto a medida que avanza la trama. Los diálogos, en general, son torpes y poco naturales, y las bromas, a menudo, son forzadas y carentes de gracia. La construcción del virus, por ejemplo, es extremadamente simplificada y carente de explicación lógica. La película intenta, de manera ingenua, entretener al público con humor negro, pero el resultado es a menudo incómodo y poco creíble. Se intenta jugar con la idea de la “normalidad” ante el horror, pero la ejecución es simplista y poco profunda. La película, al final, no explora realmente la dinámica entre la amistad y el miedo, sino que se limita a presentar una serie de situaciones cómicas en las que los personajes deben enfrentarse a la amenaza zombi.

A pesar de sus fallos, “Zombie Camp” puede resultar entretenida para aquellos que busquen una película de terror de bajo presupuesto con un tono ligero y una buena dosis de humor. No es una obra maestra, ni mucho menos, pero ofrece una tarde de entretenimiento si se espera poco más.

Nota: 5/10