Zona libre (2005)

“Zona Libre” (No Escape) es una película que, más allá de su premisa inicial de road-movie, se erige como un pequeño tratado sobre la condición humana en un terreno rocoso y profundamente dividido. La dirección de la directora franco-israelí Coralie Fargeau es notable por su lentitud deliberada, permitiendo que el espectador absorba la atmósfera opresiva de la región y la incomodidad de las protagonistas. Fargeau no busca soluciones fáciles ni una narrativa cinematográfica grandilocuente; su enfoque se centra en la construcción del personaje y en el sutil intercambio de miradas y palabras que sugieren más de lo que se dice explícitamente. Hay un ritmo pausado, a veces incluso contemplativo, que, si bien puede resultar lento para algunos, contribuye de manera significativa a la tensión y al descubrimiento gradual de las motivaciones de cada mujer.

Las actuaciones son, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Natalie Portman ofrece una interpretación contundente y, a menudo, silenciosa como Rebecca, una joven estadounidense perdida en un entorno ajeno. Su personaje, marcado por la decepción amorosa y la búsqueda de sentido, evoluciona lentamente a lo largo de la aventura, y Portman logra transmitir su vulnerabilidad y creciente determinación. Sin embargo, es Hiam Abbass, como Leila, quien realmente cautiva. Abbass ofrece una performance compleja y matizada, representando a una mujer palestina curtida por la vida, que ostenta un profundo conocimiento de la región y una actitud a la vez desafiante y sorprendentemente compasiva. El encuentro entre Rebecca y Leila, así como el posterior desarrollo de su relación, es el corazón emocional de la película y se basa en una química palpable y en el respeto mutuo que se construye paulatinamente.

El guion, adaptado de la novela homónima de Paula Modersohn, es inteligente y evita los clichés habituales del cine sobre el conflicto israelí-palestino. En lugar de ofrecer una visión moralista o propagandística, la película se centra en la experiencia personal de las tres mujeres y en la búsqueda de la supervivencia en un entorno hostil. La trama, aunque aparentemente sencilla, está llena de capas de significado y de matices. La desaparición del dinero no es solo un incidente fortuito, sino un catalizador que pone en marcha una serie de eventos inesperados y que obligan a las protagonistas a cuestionar sus propias creencias y a redefinir sus prioridades. La película, sin embargo, no se adentra en los detalles políticos, enfocándose en la experiencia humana, la supervivencia, la amistad improbable y, en última instancia, en la humanidad compartida entre personas de diferentes orígenes. Se trata de una película que te obliga a reflexionar, a cuestionar tus propios prejuicios y a considerar la complejidad de un conflicto que, en su esencia, es profundamente humano.

Nota: 7/10