“Cómo entrenar a tu dragón” no es solo una película para niños; es un fresco y audaz desafío al arquetipo de la cultura vikinga, ofreciendo una perspectiva inesperada sobre la conquista, la guerra y la aceptación. La película, adaptada del libro infantil de Cressida Cowell, logra un equilibrio admirable entre el humor, la aventura y el drama, estableciendo una dinámica que engancha desde el primer minuto y que, a pesar de sus algunos puntos débiles, termina siendo sorprendentemente conmovedora.
La dirección de Chris Sanders y Dean DeGuzman es, en general, sólida y visualmente impactante. El diseño de producción y los efectos visuales son excepcionales. El mundo vikingo, con sus paisajes brumosos y sus aldeas de madera, se siente creíble y tangible, mientras que los diseños de los dragones, especialmente el de Hipo, son originales, expresivos y, sobre todo, adorables. La película invierte considerablemente en crear un universo en el que la magia, aunque no abiertamente explicada, se percibe constantemente, lo que la convierte en una experiencia visualmente estimulante. Sin embargo, a veces el ritmo se siente un poco apresurado, especialmente en las escenas de acción más frenéticas, y la transición entre la comedia y el drama podría ser más fluida.
El núcleo de la película reside en las actuaciones, y en este aspecto, el joven Jake Corman como Hipo brilla con luz propia. Su personaje, un adolescente inseguro y rebelde, es profundamente simpático y su evolución a lo largo de la trama es convincente. Hay que destacar también la interpretación de Gerard Butler como Stoick, el jefe vikingo, un hombre fuerte y orgulloso que lucha contra sus propios demonios internos. El conflicto entre Stoick y Hipo, la relación paternal rota, es el corazón de la película y se maneja con sensibilidad y profundidad. Las secundarias, especialmente Heather Graham como la matriarca de Stoick, añaden matices interesantes al universo de la película. La química entre los actores es palpable, contribuyendo a la autenticidad de las interacciones.
El guion, aunque basado en una fuente original, presenta algunas inconsistencias y momentos de simplificación excesiva. La trama principal es efectiva y mantiene al espectador interesado, pero algunos diálogos resultan un poco torpes y algunos giros argumentales, aunque emocionantes, carecen de la sutileza que podrían haber aportado. La película no rehúye la violencia, aunque la presenta de manera contenida y orientada hacia el desarrollo de la historia en lugar de hacia el mero espectáculo. No obstante, la exploración de temas como la comunicación, la empatía y el rechazo a la tradición resulta valiosa y, en última instancia, es el mensaje principal que la película intenta transmitir. Es un intento de cuestionar las premisas tradicionales de la cultura vikinga y de mostrar el valor de la comprensión mutua.
Nota: 7.5/10